domingo, 2 de septiembre de 2012

Escabechina de alguaciles


La Opinión de Zamora, LUIS MIGUEL DE DIOS, 2/9/2012.-  Creo que el nuevo modelo de ordenación territorial que propugna la Junta esconde una escabechina de alguaciles. O dicho a lo fino: un ERA (Expediente de Regulación de Alguaciles). Por eso se han opuesto con tanta unanimidad y vehemencia los alcaldes zamoranos, la mayoría -¡Alabado sea el Santísimo!- del PP. Y eso que ha habido, como de costumbre, telefonazos, llamadas al orden, advertencias y otras indirectas igualmente liberales y democráticas. Sin embargo, los señores regidores han dicho que nones a ese famoso documento que persigue revitalizar el mundo rural mediante el expeditivo método de machacarlo. Como queremos apoyar a los pueblos, nos cargamos las juntas vecinales, los ayuntamientos y las mancomunidades y montamos un trampantojo llamado «distrito de interés comunitario» que va a ser la reoca, la caraba y hasta la antesala del edén. ¿Y quién va a hacer de alguacil en este nuevo y rimbombante organismo? Los expertos que se han espachurrado la sesera para dar a luz escrito tan solvente no lo han previsto, no han caído en ello, y así no se va a ninguna parte.

Si se pone en marcha la nueva ordenación territorial, que se pondrá, florecerán los susodichos distritos, que lo mismo valdrán para un roto que para un descosido (fáciles, por tanto, de manipular) y los ayuntamientos pequeños perderán muchas cosas, entre ellas los alguaciles. ¿Y qué es un pueblo sin alguacil? La nada entre adobes, tapiales y ladrillos cara vista. El alguacil es, junto a la iglesia, las fiestas patronales y las solanas para charlar, la esencia de una localidad. Se puede vivir sin alcalde, sin concejales, sin maestros, sin enterarse de nada, sin inauguraciones, sin visitas de políticos, con el médico a tiempo parcial y más centrado en el ordenador que en las personas, pero no se puede vivir sin alguacil. Fíjense si será importante el cargo que el diccionario Espasa le adjudica los siguientes sinónimos: abrazador, agarrador, aguacil, alamín, alguacilillo, comisario, esbirro, funcionario, galafate, guro, ministril, ministrillo, ministro, posta, satélite, sayón, verguer, verguero, corchete, agente, grullo, mandado, papagayo y polizonte. ¡Eh, hasta ministro! Eso antes, porque ahora el alguacil es también pregonero, fontanero, regador, electricista, podador, conductor de carretillos, albañil, carpintero, soldador, recadero, ama de llaves, o sea, un multiusos, como las navajas suizas que regalaban las cajas de ahorros antes de la crisis.

-Pero el documento de la Junta no dice que se los vayan a cargar, apunta don Tiburcio, que se ha leído tres veces el papel de marras y se lo sabe de corrido.

-No, pero si quieren ahorrar y el alguacil es el único que cobra, ya me dirá usted qué porvenir le espera. Además, ¿qué pinta un alguacil de toda la vida en un distrito comunitario o como se llame?, ¿tienen alguaciles las mancomunidades, las diputaciones, las consejerías?, pregunta el señor Alicio, muy crítico él.

-Hombre, allí tienen bedeles, conserjes, chóferes, asesores, secretarios?

-Sí, pero uno que haga de todo, no. Un alguacil es un alguacil y punto.

Ante esta situación, han arreciado las protestas. Los alcaldes zamoranos y de otras provincias, los responsables de juntas vecinales de León y Burgos, asociaciones, sindicatos agrarios y varios colectivos más se han dado cuenta de la trampa que encierra la futura ordenación territorial. Bajo el disfraz de reforma, mejora, racionalización de recursos, eficiencia, es decir la retahíla de siempre, se oculta la caza del alguacil. Si a un ayuntamiento lo vacían de competencias y euros, ¿para qué quiere un alguacil?, ¿qué hace?, ¿con qué se le pagan sus desvelos? Y, claro, un pueblo puede soportar muchos agravios (lleva siglos y siglos tragando quina), pero no la pérdida del alguacil. Y menos para dar paso a un engendro como el distrito de interés comunitario, que es algo tan necesario y nítido que nadie consigue explicar ni sus funciones ni su sostenimiento económico.

-Pues es pan comido; para ahorrar dinero y papeleo se crea un órgano intermedio con más personal del que había hasta entonces -ironiza el tío Sarcasmos-. Y así, si hay que arreglar un bache, se habla con la junta vecinal, ésta con el ayuntamiento, éste con el distrito, éste con la mancomunidad, ésta con la Diputación, ésta con el Ministerio y éste con Bruselas. ¿Ve qué fácil? Antes era mucho más complicado: el alcalde mandaba al alguacil que echara unas paladas de tierra y asunto resuelto.

Pese a las protestas, se aprobará la nueva ordenación territorial. Y quizás para parecer magnánima, la Junta ceda algo y cree la figura del alguacil de distrito y le facilite un burro con pedigrí para ir, como los almendreros, de pueblo en pueblo ¿Imposible? Cosas más raras estamos viendo a diario.

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