Diario de León, 13/9/2012.- ernesto escapa 13/09/2012. Mientras el verano va consumiendo sus últimas luces entre romerías, incendios, sustos financieros y ruidosos sobresaltos, empieza el curso de la Ordenación del Territorio, cuyo proyecto da los pasos decisivos para convertirse en ley de obligado cumplimiento. Llegará a las Cortes de Castilla y León antes de concluir este año, pero su recorrido no está siendo un paseo. Especialmente en este tramo veraniego, en el que se han desmandado algunos cargos populares con responsabilidad en el gobierno de las diputaciones y ocupación en la Federación de Municipios y Provincias. Sin embargo, la Ordenación del Territorio es competencia exclusiva de las Autonomías. ¿A qué viene este revuelo?
Sin duda, tiene que ver con el arreón primaveral del Ministerio de Hacienda, tratando de meter el miedo en el cuerpo a los gestores públicos. De aquellas advertencias de Montoro, derivó la ocurrencia de Beteta, responsable de Administraciones Públicas. Antonio Beteta lleva subido al coche oficial treinta años y tuvo su momento de gloria en la comisión televisada del Tamayazo madrileño. Los papeles para la poda los hizo un garito de consultoría. Se suprimen el treinta por ciento de los concejales, todas las Juntas Vecinales, y luego, los Ayuntamientos que no anden listos, pasan a ser gestionados por su Diputación. Como Rajoy de estreno fue presidente de Pontevedra, cuando recibió a sus colegas, le hizo gracia el arreglo. Al fin y al cabo, a quién le importa el centón de munícipes o esa antigualla de las pedanías.
Pues a León, sin ir más lejos. Un tercio de las entidades menores españolas es de aquí y más de la mitad corresponde a Castilla y León, que también cuenta con el primer municipio de España. Así que la aplicación de uno u otro modelo sí importa. Por eso, resulta tan llamativa la actitud fluctuante de algunos presidentes provinciales, que ponen la mejor cara a quien más silbe.
Es el rumbo de León, Salamanca, Segovia y Soria. Zamora y Ávila hacen campaña, poniendo a votar a sus alcaldes contra la Junta, por la poda de Beteta. El de Burgos se muestra más proclive a la Ordenación de la Junta, que tiene en Palencia y Valladolid a sus aliados activos. Muchas de estas posturas tienen que ver con la deriva de cada cual, según haya salido propulsado o trasquilado en su relación con el poder autonómico o central de su partido.
La Ordenación del Territorio no es una ocurrencia de este verano ni un endemismo español. Más bien es su carencia la que ha generado frecuentes disfunciones. Se trata del instrumento que planifica el despliegue en el territorio de los servicios esenciales. Antonio Reguera, catedrático de la Universidad de León, ha estudiado su evolución en la España contemporánea y los anhelos del despotismo ilustrado, que tanto se parecen al ensueño de algunos presidentes de Diputación actuales. Territorio ordenado, territorio dominado, se titula su tesis. Así que ese señuelo del ordeno y mando es el que tanto seduce a los gobernantes. Más, claro, a los que atienden al silbo extraviado de Beteta, que a quienes participan en el proceso de maduración de una ley que pretende mejorar la prestación de servicios a los ciudadanos, vivan en la ciudad o en los pueblos.
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